El portador de la primera biblioteca del Nuevo Mundo
En la calle de Tablarredonda, se alza uno de los palacios más bellos y característicos de la ciudad de Toro. Se trata de la casa de la Nunciatura, un palacio renacentista del siglo XVI que conserva prácticamente su aspecto original.
Fue mandado construir por Alonso Manso, un eclesiástico de origen judío y formación exquisita, que llegó a ser uno de los preceptores del príncipe Juan, hijo de los Reyes Católicos y hombre de confianza del rey.
Para la evangelización del Nuevo Mundo, la Corona necesitaba hombres íntegros como él, por este motivo fue nombrado obispo de Puerto Rico, convirtiéndose al mismo tiempo en el primer obispo de la recién descubierta América.
Un hombre cultivado como Alonso no podía viajar sin sus libros. Lo acompañaron en su largo viaje ultramarino 230 volúmenes entre los que se encontraban clásicos latinos como Salustio y Virgilio, libros de oraciones, evangelios y epístolas y las recién promulgadas Leyes de Toro. Estos libros constituyeron durante 25 años la única biblioteca existente en el Nuevo Mundo.
Con el tiempo, tanto los hacendados como la propia Iglesia, abusaron de la población indígena para afianzar su poder en los nuevos territorios. Ante tantas injusticias, Alonso pidió su regreso a España, siendo nombrado arzobispo de Sevilla, sin embargo, nunca llegaría a ejercer su nuevo cargo, la muerte lo sorprendió en la larga travesía.